Como ya te contamos, la motricidad fina es una habilidad muy relevante que se desarrolla en la infancia, fundamental para tareas cotidianas como alimentarse, vestirse, jugar, y escribir. Como cualquier otra área del desarrollo, debe ser estimulada por los padres, educadores y cuidadores a través de juegos entretenidos y desafiantes. En este post te traemos las mejores ideas para estimular la motricidad fina en los más pequeños.
Pintar y dibujar: Mega simple pero esta actividad es desafiante para la coordinación ojos-manos, estimula la creatividad, y además puede mantener entretenidos a los niños por horas. ¿Qué mejor?. A muchos jamas se nos ocurriría pasarle un lápiz a un niño de 1 año, pero a esta edad se cuenta con la motricidad necesaria para sostenerlo y empezar a explorar con las manos y el papel. Si los niños son muy pequeños, usa lápices como crayones o plumones sobre pizarras, y si son más grandes, desafíalos con pinceles de distintos tamaños y lápices más delgados.
Manualidades: Además de ser divertidas y estimular la motricidad fina, se pueden hacer un sinfín de cosas diferentes. Hacer decoraciones caseras, armar tarjetas de cumpleaños, coser con lana y aguja de plástico, atar cordones...las posibilidades dependen de la creatividad. En todas estas actividades los niños están trabajando intensamente la motricidad fina y al mismo tiempo, dejando fluir su creatividad. Te recomendamos armarte una caja de plástico en la casa llena de materiales para manualidades, de manera que en cualquier momento puedas invitar a tu hijo/a a jugar con ella.
Pompones: Los venden en la sección de manualidades de las librerías. Tienen colores brillantes y texturas interesantes, así que generalmente les llaman mucho la atención a los niños. Puedes jugar a diferentes cosas con ellos, como ir metiéndolos dentro de un agujero, pequeño, usar una pinza de plástico para pasarlos de un recipiente a una hielera, hacer formas, clasificarlos por color, etc.
Vestimenta: Si bien no es un juego en sí, se puede convertir este momento del día en un aprendizaje, si les damos la oportunidad a los niños de colaborar y les damos tiempo para probar y equivocarse. Parte por cosas simples como practicar ponerse un gorro o un zapato, y ve progresando según la habilidad y disfrute del niño. Abotonarse un chaleco, cerrar un cierre, hasta amarrarse los cordones son todas tareas que demandan una alta coordinación y motricidad fina.
Aprendiendo a comer: Dependiendo de la edad del niño/a, podemos también convertir el momento de la alimentación en un desafío para la motricidad (siempre que el peak de hambre ya haya pasado y haya calma). Después de los seis meses, cuando inicia la alimentación complementaria se pueden entregar ciertos alimentos semi-sólidos en trozos grandes, que el bebé se lleva a la boca practicando la coordinación ojo-mano-boca. A medida que van creciendo, podemos irles dando alimentos en pedacitos más pequeños (pero semi-blandos) que deban tomar y llevarse a la boca.
Jugar con plasticina: ¿A qué niño/a no le encanta la plasticina? (¿a qué adulto tampoco?). Es un juego en que pueden pasar horas creando y desarmando con las manos. Al ser blanda, requiere gran precisión para manipularla con movimientos finos de ambas manos de forma coordinada, para crear la forma que queramos. Puedes jugar con distintos colores, ponerle pequeños objetos escondidos adentro (como monedas o mostacillas) e incluso hacerla en la casa.
¿Te gustó este post?, ¿Te gustaría tener más ideas para estimular la motricidad fina en los niños? Escríbenos tus sugerencias o dudas a crecerdecolores@gmail.com
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