Ya sabemos que las pataletas no son un capricho de los niños, ni un momento donde buscan llamar la atención o molestar a otros. En el post anterior la psicóloga María Jesús Lagos explica que las pataletas son una expresión de un malestar. Es la forma de manifestar enojo, frustración, rabia, o miedo, ya que los niños no cuentan con las herramientas comunicativas para expresar dichas emociones mediante el lenguaje. Ya sabemos qué son las pataletas. Ahora...¿cómo sobrevivimos a ellas?
¿Qué hacer frente a una pataleta?
La principal sugerencia para enfrentar una pataleta es contener al niño y mantener la calma. No olvidar que el niño se encuentra molesto y está intentando hacérnoslo saber con los recursos que tiene. Si el adulto a cargo mantiene la calma y genera un ambiente positivo, el más fácil que el niño se calme, coopere y recupere el control. Por esta razón, la base de manejar una pataleta es, primero que nada, calmarnos a nosotros mismos. Si nosotros no estamos calmados, ¿cómo esperaremos transmitirle esta calma al niño/a?. Es difícil pero se puede lograr con paciencia y práctica.
Cuando el niño se encuentra en el peak de la rabieta, nos será muy difícil intervenir, pues igual que un adulto enojado, no podrá escuchar ni entender razones. En este momento existen dos opciones. La primera es esperar a que se calme solo, siempre acompañando y vigilando que no ocurra un accidente, y luego intervenir una vez que esté más tranquilo. Y la segunda opción es intentar distraerlo o usar el humor para relajarlo. Esta última técnica debe ser usada de manera cuidadosa para que el niño no se sienta humillado o desvalidado, es decir, sienta que sus emociones no importan, no son consideradas y por lo tanto debe esconderlas. Si logra calmarse o evitar la pataleta, es importante reforzarle verbalmente el esfuerzo y el logro.
También es efectivo ser flexible con los gustos de los niños, por ejemplo, situaciones en las que la discusión se origina por qué ropa usar o por comer primero el postre. Y por otra parte, se suele acompañar de una adecuada negociación o alternativa, por ejemplo, “¿Por qué no elijes tu ropa entre estas opciones?”. Así, se le da la sensación al niño de que está escogiendo y se siente más autónomo y que su opinión sí cuenta.
Es importante, que una vez que comienza a declinar la pataleta, hay que aprovechar para poner límites, siempre desde el cariño pero mostrándose firme en cuanto a la manera adecuada de expresarse. Es importante que si bien se está corrigiendo y enseñando al niño, no hay que olvidar que el niño está expresando un sufrimiento, y es por esto que se recomienda siempre hablar a la altura del menor, mostrándose como figura de apoyo y confianza.
Cuando el niño ya está calmado, es fundamental conversar acerca de lo ocurrido. Hay que intentar entender qué gatilló el berrinche y concretar qué le está ocurriendo (Por ejemplo, "te sientes frustrado porque querías que te comprara un helado"). Con esto ayudamos a que el niño aprenda a leer sus emociones, y pueda poner en palabras lo que va sintiendo, junto con aprender la manera adecuada de expresarlo.
Por último, si queremos evitar una pataleta, logrando que el niño colabore con las reglas o peticiones que le hagamos, se puede expresar la orden a través del juego y del humor, para que éstas, no se perciban como contra su autonomía. Por ejemplo: “Juguemos a ser flash, hay que vestirse rápidamente para poder salir”.
¿Qué NO hacer frente a una pataleta?
Como se mencionó anteriormente, lo más importante en el manejo de los berrinches, es mantener la calma y contener, por lo que acá se expondrán errores frecuentes que suelen cometer los padres con respecto a las pataletas.
Perder la calma y gritar. Es la primera y más común reacción. Esto no ayuda, pues al igual que a los adultos, cuando se está enojado y se recibe un grito, el enojo sólo aumenta. Si el padre o cuidador pierde la calma, transmite eso al niño, alterándolo aún más. Lo mismo ocurre con los golpes o duchas con agua helada, que además de ser una manera de maltrato, solo genera que el niño esté más molesto y asustado. Hay que recordar, que frente a figuras que no generan confianza, las personas no se expresan, por lo que si generamos miedo en el niño, éste comenzará a restringir la expresión general de sus emociones.
Ignorar. Frecuentemente escuchamos también a los padres decir: “no lo pesco y se le pasa”, “lo dejo solo hasta que se le pase” o “lo mando a la pieza a pensar”. Si bien probablemente el niño al ser ignorado se calma, estamos transmitiéndole un mensaje muy dañino, “tus emociones no me importan”, desvalidándolo totalmente y generando que en un futuro no quiera o pueda expresarse. Si bien anteriormente mencionamos que en ocasiones es adecuado esperar a que el niño se calme, no es mediante la omisión de este, sino que es esperar el momento adecuado para intervenir, pero siempre acompañando empática y cariñosamente, teniendo en cuenta el malestar del menor.
Castigar. Otra recomendación acerca de lo que no hay que hacer, es castigar al niño por la pataleta, pues el mensaje que le estamos dando es que está mal expresarse y por lo tanto no debe hacerlo más. Siempre es importante corregir y enseñar maneras más adecuadas de expresión como mencionamos anteriormente, pero no castigar, pues no hay que olvidar que el niño está en un proceso normal de autocontrol y está aprendiendo a expresarse, pero aún no cuenta con las herramientas adecuadas para hacerlo de una mejor manera.
Evitar la confrontación. Por último, en el polo contrario, encontramos a los padres que por “evitar pelear” con sus hijos, le dan a éstos lo que quieren para calmarlos. Si bien se cumple el objetivo pues el niño se tranquiliza, es una solución momentánea, pues no ayuda a que el niño aprenda a autorregularse. Es necesario que los niños se frustren naturalmente y aprendan a manejarlo progresivamente, pero si no se permite esto, el niño se sentirá confundido y comprenderá que para conseguir lo que quiere, debe recurrir al berrinche. Además, el foco pasa más a la conducta que a la emoción, olvidando qué es lo realmente importante para el desarrollo adecuado del menor.
¿Cuándo se recomienda consultar a un especialista?
Si bien las pataletas son parte de un proceso natural del desarrollo infantil, muchos padres llegan a consultar por éstas, motivados por su frustración, pero, ¿Cuándo es realmente necesario? Los criterios van principalmente según frecuencia, intensidad y consecuencias.
Si las pataletas son muy frecuentes, apareciendo constantemente, puede ser que el niño esté muy frustrado, lo cual se recomienda evaluar por si es necesario trabajar en mayor profundidad. Por otra parte, lo normal es que las pataletas comiencen a desaparecer a los 4 años, debiendo dejar de aparecer a los 6. Si vemos que pasado el tiempo esperado para que aprenda a autorregularse, continúa con pataletas de manera recurrente, es necesario consultar.
En cuanto a la intensidad, se puede observar que a ciertos niños resulta muy difícil calmarlos, a pesar de seguir las indicaciones, haciendo berrinches de muy larga duración y muy fuertes. También a veces los niños presentan síntomas físicos como ahogo, congestión, excesiva agitación, palidez, etc.
Por último, si vemos que esto le está interfiriendo en su vida escolar, académica, social, familiar u otra área, es necesario actuar para evitar consecuencias a largo plazo. Otro aspecto importante a considerar, es cuando nos enfrentamos a padres sobrepasados, muy frustrados, que ya no saben qué hacer y perdieron la calma y paciencia frente al niño. Y por último, si vemos que el niño comienza a hacerse daño a si mismo (Por ejemplo: golpearse la cabeza, morderse, tirarse el pelo, etc) es necesario consultar en la brevedad. Lo mismo ocurre si hace daño a otros (Por ejemplo: morder, golpear, ahorcar, etc.)
En resumen, debemos entender que las rabietas son una manera de comunicar malestar en los niños, y por lo tanto, es fundamental generar espacios de comprensión, contención y aprendizaje. Luego de lograr la calma, hay que intervenir y aprovechar la instancia para poner límites y conversar sobre lo ocurrido, dando énfasis en el reconocimiento y expresión de emociones.
Psicóloga María Jesús Lagos
Referencias:
Papalia Diana, E; Wendkos Olds, Sally, Duskin Felman, Ruth. “Psicología del Desarrollo”. Editorial McGraw Hill 8° edición. México, 2001.
Programa Chile Crece Contigo: Manejo Respetuoso de las pataletas
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