A lo largo del primer año, los bebés van desarrollando progresivamente la capacidad de comunicarse por distintos medios, llegando a decir las primeras palabras al final de este primer año. Su lenguaje se va haciendo más y más complejo a medida que desean interactuar más y se produce una explosión en el desarrollo de la comunicación.
En los bebés sin síndrome de Down, tres meses antes de su nacimiento, en el útero materno ya se familiarizan con la voz de su madre. Al nacer reconocen la voz de la mamá y su forma de hablar.
Dificultades en el Lenguaje
Los niños con síndrome de Down siguen un proceso similar, pero de manera más lenta y con algunas dificultades a lo largo del camino. Por ejemplo, los estudios de investigación demuestran que los bebés con síndrome de Down muestran patrones de atención y habituación al habla que difieren de los demás bebés; por ejemplo, tardan más en responder a estímulos auditivos complejos, y son distraídos más fácilmente por los sonidos. Otros estudios sugieren que los niños con síndrome de Down procesan la información auditiva más lentamente que los niños de la población general, a lo que se suman défecits en la transmisión acústica que aparecen en el 20 a 25% (o más) de los niños con síndrome de Down.
En los bebés con síndrome de Down, se sabe que su balbuceo se encuentra retrasado pero no es anómalo, y que sus producciones de habla muestran los mismos tipos fonéticos y emisiones que los de los demás niños. Sin embargo, estos niños se demoran más en generar un balbuceo que involucre al interlocutor, como ocurre cuando los niños "conversan" con la mamá, haciendo sonidos en un tono y duración que se asemeja al del lenguaje hablado propiamente tal, y esperando turnos para hacerlo. Este tipo de interacción refleja el desarrollo prelinguístico, que en los niños con síndrome de Down debemos potenciar y estimular para promover el desarrollo del lenguaje y disponer de la mejor oportunidad para reducir al mínimo los retrasos y favorecer otras adquisiciones en esta área (como el vocabulario y la sintaxis).
Otras dificultades que presentan los niños con síndrome de Down son:
- Dificultades oropráxicas, que se traducen en problemas para pronunciar
- Retraso en el lenguaje oral expresivo
- Léxico reducido debido a una menor memoria verbal
- La comprensión del vocabulario (y también de la sintaxis) generalmente supera a su capacidad de producción.
- Dificultades en la producción y comprensión morfosintáctica. Esto se refiere a la construcción de frases usando las palabras y tiempos verbales adecuados, uniendo las ideas de la manera más efectiva para comunicar una idea.
- Expresan menos gestos indirectos del habla y les cuesta más entender el lenguaje no verbal.
¿Cómo podemos facilitar la comunicación?
Aumentando la cantidad de tiempo al día que hablamos al niño. Usando tu lenguaje normal, repitiendo palabras e ideas simples. Recuerda que los patrones de sonidos requieren ser memorizados y aprendidos antes de que el niño logre producirlos.
Enlenteciendo el ritmo del habla al niño pero sin alterar la prosodia (entonación) normal, a excepción de emplear un tono de voz ligeramente más alto ya que éste atrae más la atención
Juega y estimúlalo a balbucear, a descubrir y usar su voz
Reconoce los intentos del bebé por intentar usar su voz: respondiendo, imitándolo, e intentando descifrar su significado
Usa imágenes y claves visuales para asociarlas a un sonido/palabra
Se pueden introducir símbolos o señales en conjunción con el lenguaje oral, con lo que se favorece la estrategia de una comunicación total. Recurrir a gestos como apoyo para el aprendizaje de palabras facilita el almacenamiento de la memoria.
Juegos para mejorar las habilidades orales motoras: soplar burbujas o silbatos, soplar velas, succionar y soplar a través de bombillas, masticar alimentos de diferentes consistencias.
Referencias
Atención temprana: comunicación y desarrollo del lenguaje. Revista Síndrome de Down. Vol 26, marzo 2009.
Dificultades del lenguaje en elsíndrome de Down:Perspectiva a lo largo de la vida y principios de intervención. Revista Síndrome de Down 23: 120-128, 2006