Puede parecer una conducta tan obvia que vemos en los niños que no nos detengamos a cuestionarla, pero hay mucho más detrás del juego que ser una entretención o una forma de pasar el tiempo durante los primeros años de vida. El juego es un componente fundamental del desarrollo en la infancia, y a través de él conocemos el mundo y aprendemos a desenvolvernos en él. Sigue leyendo para saber qué hay detrás de esta actividad.
Entendemos el juego como una actividad en donde los niños interactúan con juguetes y con otros niños...pero es más que eso. El juego ha sido definido como una actividad elegida libremente, intrínsecamente motivada, y dirigida por la propia persona. Es decir, el niño/a siente la necesidad de jugar, y él elige a qué quiere jugar y cómo, de manera que produzca un disfrute. El juego no tiene un propósito más que jugar en sí mismo, y esto es importante de recordar para los padres, educadores y terapeutas que trabajan con niños.
El juego y el cerebro
Como podemos suponer, un comportamiento que está presente tan temprano en la vida de muchas especies - ¡los animales "cachorros" también juegan!- tiene que tener alguna ventaja evolutiva, ya que de lo contrario esta conducta se habría extinguido durante la evolución. ¿Cuáles son estas ventajas? El juego potencia el tanto el desarrollo como el crecimiento cerebral, establece nuevas conexiones neuronales, y estimula muchas funciones cognitivas superiores -como planificar, organizar, razonar, etc-. El juego mejora la capacidad para percibir el estado emocional de otros y adaptarse a circunstancias cambiantes, por lo que no es casualidad que se presente con mayor frecuente durante los períodos de mayor velocidad de crecimiento cerebral.
Según el teórico especialista en juego Brian Sutton-Smith, "Los niños al jugar, no sólo están desarrollando las bases neurológicas que les permitirán resolver problemas, lenguaje y creatividad, también están aprendiendo mientras juegan. Están aprendiendo cómo relacionarse con otros, cómo calibrar sus músculos y cuerpos, y cómo pensar en términos abstractos. A través del juego los niños aprenden cómo aprender. Lo que es adquirido mediante el juego no es información específica, sino una forma de pensar hacia resolver problemas que involucra el pensamiento abstracto y la flexibilidad."
En el caso de los bebés, el juego libre o "no estructurado" es la mejor manera de estimular su desarrollo cerebral. En este escenario, aprenden a revolver problemas, a pensar con creatividad, y a desarrollar el razonamiento. Además, el juego libre les enseña a los niños a entretenerse solos, lo cual es una habilidad importante de aprender, según la Academia Americana de Pediatría.
¿Porqué jugamos?
El juego tiene su origen en una intención, un deseo o propósito propio del niño/a que inicia el juego. Algunos lo llaman “necesidad insatisfecha”. Otros atribuyen el surgimiento del juego a la imposibilidad del niño de dominar la realidad, ya que mediante el juego, -espontáneo y autoiniciado- los niños ejercen control sobre su propia actividad, se ponen desafíos apropiados, y se crean una zona de autodesarrollo. Además, en el juego se hace necesario que los niños autoregulen su comportamiento, haciéndolo un factor significativo en la autoregulación que se aprende durante los primeros años.
Ahora bien, ya sea que se lo vincule con el placer, la diversión, el entretenimiento o la búsqueda de respuestas, el juego tiene su origen en el jugador. Por esto es automotivado, y es clave aquí la motivación intrínseca y curiosidad innata de los niños. Esto significa, además, que el juego es voluntario, pero no quiere decir que el niño sea siempre quien inicia el juego, si no más bien que el niño/a debe involucrarse de forma activa en la actividad.
Cuando el niño juega crea un marco de realidad diferente que combina aspectos propios de la realidad (fruto de la experiencia personal) y otros propios del campo de la imaginación. Una situación imaginaria en la que el niño puede ser otro (asumir roles o papeles sociales diversos); equivocarse sin temer las consecuencias (porque puede comenzar de nuevo); encontrar respuestas y ensayarlas; volver a vivir una situación pero dándole otro final, etc.
A continuación les contamos algunas de las cosas que el juego le permite a los niños:
- Manejarse en un contexto que le posibilita ejercitar funciones cognitivas
- Potenciar la exploración y la construcción del conocimiento.
- Negociar con otros, ponerse de acuerdo y compartir valoraciones, percepciones y emociones sobre sí mismo, los otros y las cosas.
- Construir un grado de confianza cada vez mayor en su propia capacidad frente a lo que puede hacer y adquirir la fuerza de voluntad para perseverar en el aprendizaje (logros que contribuyen a su autoestima).
- Aprender a coordinar acciones, tomar decisiones y desarrollar una progresiva autonomía.
- Resolver problemas y reducir las consecuencias que pueden derivarse de los errores frente a situaciones nuevas.
Referencias
El juego en el nivel inicial. Fundamentos y reflexiones en torno a su enseñanza. Patricia M. Sarlé ; Inés Rodríguez Sáenz ; Elvira Rodríguez. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2010.
Play in Children's Development, Health and Wellbeing. Jeffrey Goldstein. 2012