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¿Vale la pena la Inclusión?Calidad de Vida en personas con discapacidad intelectual

Actualizado: 3 abr 2020


La psicóloga Paulina Varas, Magister en Psicología de la Adolescencia y Especialista en Discapacidad intelectual, nos trae esta columna sobre la inclusión en personas con discapacidad intelectual.

En Chile, un total de 2.836.818 personas presentan discapacidad. Si se observa lo a la población de adultos (18 años y más), la prevalencia de discapacidad es de un 20%, lo que corresponde a un total de 2.606.914 personas. En cuanto a la discapacidad intelectual (PcDI), propiamente tal, el 5,4% de la población chilena presenta esta condición permanente.

Cuando hablamos de discapacidad, una de las primeras palabras que resuena es la de inclusión, porque hoy en día estamos muy pendientes de que las personas con discapacidad sean incluidas socialmente en todos los ámbitos: educación, cultura y salud. Ahora bien, en dichos intentos, ¿nos preguntamos sobre la importancia de la calidad de vida de las PcDI?, al pensar en inclusión, ¿pensamos en su calidad de vida?.

El concepto de calidad de vida, descrito por Schalock y Verdugo, es un concepto multidimensional, que se define como un estado deseado de bienestar personal. Sirviendo de referente “para el desarrollo de servicios y la evaluación de resultados personales”. La calidad de vida está influida por factores personales y ambientales y se compone de diversas dimensiones: desarrollo personal, autodeterminación, relaciones interpersonales, inclusión social, derechos y bienestar emocional, físico y material. Todos estos elementos, darán cuenta del bienestar general de las PcDI, así también nos permitirá dar una mirada profunda del colegio y servicios a los que asiste.

Estamos preocupados de promover la inclusión, equidad y aseguramiento de los derechos de las PcDI, lo cual, sin duda, les ha abierto infinitos espacios de participación y encuentro. Pero a pesar de todo lo anterior, es fundamental considerar la importancia de la calidad de vida, es decir, no sólo deben ser incluidos, sino que también tienen que contar con el acceso a diversas experiencias y éstas deben entregarles un estado de bienestar. No se trata de incluir por incluir, sino de velar porque esos espacios sean lugares adecuados, que garanticen la satisfacción de las necesidades de todas las personas.

Así, daremos una mirada a las dimensiones de la calidad de vida, para hacernos un mapa general sobre cada una de ellas:

- Desarrollo personal: se refiere a promover competencias personales a nivel académico, social y práctico, así como fomentar los éxitos y logros individuales. Como por ejemplo, las habilidades para relacionarse: empatía, respeto y reciprocidad, adecuación a los contextos y normas, o habilidades para la higiene diaria. Asimismo, habilidades en la comprensión, expresión y autogestión.

- Autodeterminación: la posibilidad de elegir y de tomar decisiones, organizar la propia vida, establecer metas y practicar los propios valores. Por ejemplo, decidir aspectos de su vida cotidiana, elegir su vestimenta, con quien quieren relacionarse, entre otras.

- Relaciones interpersonales: tener relaciones cercanas, vínculos profundos. Es decir, promover sus amistades, que puedan tener vínculos recíprocos en sus lugares de estudios, trabajo u ocio.

- Inclusión social: participación permanente en la comunidad. Como por ejemplo, el mismo hecho de trabajar, tener acceso a recibir información, cumplir con obligaciones o poder dar su opinión respecto un tema común.

- Derechos: conocimiento y disfrute de los propios derechos.

- Bienestar emocional: es el sentimiento de satisfacción y seguridad, autoestima positiva y ausencia de estrés. Que implica fomentar sus habilidades y facilitar las experiencias de satisfacción de sus propios logros en distintos ámbitos: académicos, laborales, deportivos o artísticos.

- Bienestar físico: contar con un estado de salud que permita realizar una actividad normal. Como por ejemplo, fomentar un adecuado estado físico y tener acceso a una alimentación saludable.

- Bienestar material: capacidad económica y aspectos materiales suficientes que permitan tener una vida satisfactoria.

Entonces, ¿es necesaria la inclusión escolar? Por supuesto que sí, siempre y cuando no dejemos de garantizar estos elementos; de nada sirve que una PcDI asista a un colegio tradicional si se verá afectado su desarrollo personal o prescindirá de relaciones interpersonales. Asimismo, es inútil que una PcDI se inserte en el mercado laboral y trabaje regularmente en una empresa si su bienestar emocional se verá mermado.

En este sentido, es muy importante conocer las dimensiones de calidad de vida y poner en el centro a la persona y su bienestar, eso nos permitirá promover los soportes que cada PcDI requiere. Para así poder velar por una inclusión que favorezca el desarrollo del individuo y su participación real.

Situarse desde la perspectiva de la calidad de vida, nos desafía como personas y sociedad, esto principalmente, porque nos exige considerar a las personas con discapacidad como sujetos con las mismas necesidades que todos, al visibilizar los espacios de participación desde la diversidad y particularidad de cada uno de nosotros, es decir, hacerlos parte.

Al observar los programas y acompañamientos desde la mirada de la calidad de vida, estamos mirando la discapacidad desde una perspectiva positiva, esperanzadora, centrada en la persona y no en su discapacidad, considerando al otro como individuo con un proyecto de vida basado en las capacidades de cada uno. Cuando hablamos de calidad de vida, hablamos de todos… ¡somos todos!

Referencia:

Schalock, R. Y Verdugo, M. (2007) El concepto de Calidad de vida en servicios y apoyos para personas con DI. Revista Española sobre DI, Vol 38 (4), Núm 224, 21 – 36.

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